La riqueza hidrológica de la Argentina es excepcional: no sólo abarca las denominadas ‘aguas superficiales’ Ríos, lagos, lagunas y esteros, sino también campos de hielos y aguas subterráneas. Por otra parte, en su mayoría, los ríos son navegables y además, representan un importante fuente de energía
Los sistemas hidrográficos más importantes de la República Argentina son los pertenecientes a esta pendiente.
Esta cuenca, la más relevante de la Argentina, tiene sin duda una dimensión internacional, ya que a ella pertenecen ríos cuya naciente se encuentra fuera del territorio nacional y, al mismo tiempo, representan una vía de navegación para la Argentina, Paraguay y Brasil. Abarca una extensión total de 3.100.000 km2, en la cual viven unos 90.000.000 de personas, distribuidas en cinco países: la Argentina, Brasil, Paraguay, Bolivia y Uruguay.
Por otra parte, la Cuenca del Plata recoge las aguas de los ríos que descienden de la Puna, del Sistema Subandino, de las Sierras Pampeanas y de los que recorren las llanuras pampeana y chaqueña y toda la Mesopotamia.
Los principales ríos que integran esta cuenca son:
Río Paraná: Nace en Brasil. Desde su naciente hasta su desembocadura mide 3.780 km y su anchura es variable. Su tramo argentino comienza en la desembocadura del río Iguazú. Desde este punto hasta su desembocadura, su longitud es de 1.710 km. Su menor caudal (estiaje máximo) se registra entre agosto y septiembre. Luego empieza a crecer, hasta que, a fines del verano, comienza a producirse la bajante, con un pequeño repunte en el otoño. Este régimen del río resulta alterado desde la desembocadura hasta la ciudad de Rosario por la acción de las mareas y los vientos, en especial la Sudestada y el Pampero.
El Paraná es navegable por barcos de ultramar hasta Santa Fe. Sin embargo, los de un calado de 24 pies (poco más de 7m) no pueden llegar más allá de Rosario. Desde Santa Fe hasta Corrientes es navegable por embarcaciones de hasta 7 pies (poco más de 2m) y, desde Corrientes hasta el Iguazú, por barcos de calado no superior a los 4 pies (1,20m).
Río Uruguay: Nace en Brasil. Su desarrollo total es de 1.790 km. El tramo argentino alcanza a 1.170 km. Su lecho tortuoso, con frecuentes saltos y restingas (peñascos o lengas de arena o piedra sumergidas en el agua, a poca profundidad), hace que sólo sea navegable desde su desembocadura hasta Concordia. El calado de los barcos que lo recorren no puede ser mayor de 9 pies (2,70m). Su caudal mínimo se registra en verano, mientras que el máximo lo trae entre los meses de junio y octubre.
Río de la Plata: Se extiende desde la unión del Paraná y el Uruguay hasta una línea imaginaria que une el Cabo San Antonio (Argentina) con Punta del Este (Uruguay). Su longitud es de 275 km y su estuario cubre una superficie de 35.000 km2. A la altura de Colonia (Uruguay), su anchura es de 40 km y, entre los puntos extremos de su desembocadura, de 200 km.
El régimen del río de la Plata depende del aporte de agua de sus dos grandes afluentes, pero, además, está sometido a la acción de las mareas y de los vientos Sudestada y Pampero.
Por recibir constantemente una enorme masa de material sedimentario que arrastra todo el sistema, su navegabilidad sólo es posible gracias al constante dragado de que son objeto los canales de acceso a los puertos de Buenos Aires y La Plata. En estas condiciones puede ser recorrido por barcos de hasta 30 pies de calado (10m).
Río Paraguay: El tramo argentino es breve y de escasa pendiente. Desde la desembocadura hasta la ciudad de Asunción es navegable por barcos de 7 pies de calado (2,10 m). Sus afluentes son el río Pilcomayo (régimen tropical, con caudal máximo a fines de verano) y el río Bermejo (régimen tropical; desde Puerto Bermejo hasta Presidencia Roca, navegable para barcos de hasta 2 metros de calado).
Río Salado (Juramento): De curso cambiante. Las complejas obras del Dique JumeEsquina regularizarán su cauce.
Río Carcarañá:No es navegable.
Río Iguazú: De gran importancia por su potencial hidroeléctrico.
Comprende el conjunto de ríos de la Pendiente Atlántica que atraviesan la Patagonia, desde el río Colorado (inclusive) hasta el río Grande de Tierra del Fuego. Nacen en la cordillera, sus cauces corren encajonados entre terrazas y son alóctonos (no reciben ningún afluente en su curso medio e inferior y su caudal proviene de sus nacientes). Por la acción dominante de las mareas del océano, no forman estuario (ensanchamiento de los ríos en su desembocadura en forma de bahía; agua dulce), sino ría (entrada del mar en la parte inferior de los ríos producida por el avance y reflujo de las mareas; agua salada). Todos los ríos patagónicos crecen dos veces al año: una en invierno, por acción de las lluvias, y otra en primavera, por fusión de la nieve. La bajante máxima ocurre en otoño. Los principales ríos de este sistema son:
Río Negro: Es el río más importante de la Patagonia. Recorre la meseta conformando un encajonado valle cuya anchura media es de unos 15 km. En sus márgenes se escalonan tres niveles de terrazas. En la parte más ancha, su cauce encierra las islas ChoeleChoel. Alcanza el océano Atlántico tras recorrer 730 km y no recibe ningún afluente. Desde su desembocadura hasta la confluencia de los ríos Limay y Neuquén que le dan origen, es navegable con chatas de calado reducido. Las obras del Chocón Cerros Colorados llevadas a cabo en los ríos Limay y Neuquén permiten regularizar el caudal del río Negro y, en consecuencia, volverlo totalmente navegable. El aprovechamiento del caudal de este río para riego es muy importante.
Río Chubut: Nace en los Andes. En su confluencia con el río Chico se ha levantado el dique Florentino Ameghino, que beneficia a las poblaciones situadas a lo largo de su curso, en especial a la ciudades de Gaimán, Trelew y Rawson. No es navegable.
Río Santa Cruz: Nace en el lago Argentino, que a su vez se conecta con el lago Viedma. Pese a su importante caudal, la velocidad de su curso y los afloramientos rocosos de su lecho impiden la navegación normal.
Son las que de ordinario no desaguan en el mar; sus aguas se pierden a lo largo de su curso en el propio territorio, ya sea por filtración o evaporación. Compr den dos sistemas importantes: Cuenca del esaguadero (ríos Jáchal, Mendoza, Tunuyán, Diamante y Atuel. El río Desaguadero es el colector). Esta cuenca, de gran importancia hidroeléctrica y para riego, suele ser denominada temporaria, porque, en épocas de grandes crecientes, sus aguas pueden alcanzar el mar, conectandose con el río Colorado, pero no con el nombre de Desaguadero, sino de río Curacó.
Cuenca de las Sierras Pampeanas: comprende los ríos Salí, Primero, Segundo, Quinto y otros menores. Estos cursos de agua son de gran interés hidroeléctrico e irrigatorio.
Los ríos que recorren la Puna constituyen una tercera cuenca endorreica, de poca importancia.
Comprende ríos situados en la parte del territorio argentino en la cual la divisoria de las aguas se encuentra hacia el Este del límite con Chile, de modo que, al dirigirse hacia el Pacífico, recorren una porción del territorio nacional. Tal es el caso del río Futaleufú, en cuyo curso se ha levantado una usina hidroeléctrica que abastece de corriente eléctrica a la planta de aluminio que se levanta en Puerto Madryn.
Todos los lagos argentinos se encuentran en la Patagonia, ya sea en la misma cordillera andina (de origen tectónico) o en la región extracordillerana (de origen erosivo). Algunos lagos cordilleranos son compartidos con Chile (de Norte a Sur: Gral. Vintter, Buenos Aires, Pueyrredón, San Martín y Fagnano).
Los lagos de los Andes patagónicos de exclusiva soberanía argentina son el Argentino ( 1.415 km2); el Viedma (1.088 kmz), el Nahuel Huapi (550 km2) y otros menores. Los lagos más importantes de la Patagonia extraandina son el Colhué Huapi (803 km2) y el Musters (434 km'), ambos en la provincia de Chuhut.
Las lagunas se encuentran esparcidas a lo largo de todo el territorio nacional. Algunas de ellas son de origen marino y tienden a desaparecer, transformándose con el paso del tiempo en salinas. Otras son simples acumulaciones de agua de lluvia o de agua procedente del deshielo, que anegan las zonas deprimidas. En las llanuras hay numerosas lagunas, tanto de agua salada como de agua dulce, sobre todo a lo largo de la depresión chacopampeana, así como también en la provincia de Buenos Aires.